La filosofía de Omega es alcanzar la máxima perfección, por eso se ha preocupado tanto de los aspectos tecnológicos como de la estética de sus relojes.
El especial interés que ha puesto Omega en sus creaciones ha hecho que sea una de las firmas más premiadas del mundo. En 1900 recibió la Medalla de Oro de la Exposición de París por su modelo “Templo Griego” y, desde entonces, no ha dejado de cosechar premios. Su palmarés: 28 galardones internacionales, entre los que se encuentran algunos de los más codiciados, como los tres Diamonds Internacional Award (en 1957,1963 y 1964), que concede el Instituto de Diamante de Nueva York; o el Grand Prix Trouphe de l´Exelence Eropéenne (en 1985), creado por René Bassin, que se otorga a firmas que contribuyen a mostrar al mundo la cultura y la creatividad europeas y con la que también han sido galardonados Yves Saint Laurent o Rolls Royce.
Debido a su precisión y fiabilidad el reloj “Speedmaster” fue elegido por la NASA como su cronometrador oficial en 1965, y cuatro años más tarde fue el primer reloj que viajó a la luna, cuando en julio de 1969 Neil Armstrong dio su famoso “gigante paso para la humanidad”.
A lo largo de los años Omega ha mostrado que es capaz de innovar y ofrecer los últimos avances tecnológicos.
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