Nació el 11 de julio de 1958. Representa el prototipo de maestro relojero contemporáneo, ya que desde Louis Breguet nadie había obtenido una patente para la mejora del sistema de tourbillón. De su madre italiana heredó un talento único para el diseño y de su padre suizo un talento único para la tecnología.
Con 17 años Franck Muller entró en la Escuela de Relojería de Ginebra, terminó sus estudios y pronto obtuvo la confianza de los coleccionistas, de los museos privados y de las casas de subastas que le confiaban la restauración de sus relojes.
Franck Muller decidió desarrollar sus propios relojes, incluyendo complicaciones mecánicas que maravillaban a todos los apasionados por las máquinas del tiempo. En 1986 realizó un reloj de pulsera tourbillón de libre oscilación con horas saltantes y cuadrante de tipo regulador; en 1989 ideó un tourbillón invertido repetición de minutos y calendario perpetuo; en 1992 presenta el reloj de pulsera más complicado del mundo… y en 1994 lanza dos nuevas patentes para los cronógrafos de doble cara y para el indicador de sonería. Todos estos son ejemplos de su personal revolución de la relojería suiza aunque respetando la tradición aprendida.
En 1991 Franck Muller creó su propia empresa, enclavando su taller en el ginebrino pueblo de Genthod, frente al lago Lemán. Desde allí el sentido del tiempo adquiere una nueva dimensión estética y técnica, consiguiendo la perfección relojera más actual.
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