En 1695 George Graham entró al servicio del gran relojero Tompion. Obtuvo el título de maestro y continuó por su cuenta en 1713.
Para hacerse un nombre a lado del gran Tompion, Graham multiplicó sus búsquedas consiguiendo innovaciones que aún se utilizan en nuestros días. Inventó el escape de reposo, el escape de cilindro, el péndulo de mercurio, la repetición de minutos y sonería y creó con sus propias manos el primer cronógrafo de todos los tiempos.
Sus creaciones le hicieron famoso en toda Europa. En lugar de guardarse los secretos de sus descubrimientos, los compartía con los demás relojeros. Su pasión por la técnica le lleva a desarrollar instrumentos científicos para el gran Halley, a la vez que ayuda a las futuras celebridades Harrison y Mudge a lanzarse a la profesión de relojero.
Los relojes Graham no se realizan más que con movimientos de cronógrafos complicados e innovadores, continuando así con la obra del maestro británico en la búsqueda de las nuevas soluciones técnicas.
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